PARTE II - ANECDOTARIO Vol. III Relatos Kafkianos
Buenos días señoritas. Señoritos. Hoy me he levantado algo travieso y me apetecía suscitar la polémica con un breve relato en relación con la publicación anterior. Mencionaba lo sobrevalorado de la sinceridad en lo que concierne a la escritura. Es normal, como decía, que todo escritor parta de lo conocido, para acabar construyendo todo un mundo de fantasía alrededor. Para un celoso defensor de la intimidad con la molesta manía de escribir sobre sus experiencias como puedo serlo yo esta idea resulta vital.
El enlace a la otra entrada, por si os interesa echar un vistazo:
Agustinfernandezresa.blogspot : Reflexiones sobre el blanco
Digamos que por un momento aspiro a Rock’n’rolla. O que simplemente me apetece disfrutar de un tiempo dedicado a escribir algo divertido y desenfadado que ensalce el sexo, las drogas y coño, por qué no, algo de rock. Pongamos que me da por ser un poco travieso, no en plan supervillano, más bien en plan Bukowskiano y así lanzar un guiño a quién fuere responsable de dicho término.
Niñas, niños, pónganse tapones
en los oídos y parches en los ojos para no caer en la tentación de leerlo. Pequeños fans depravadillos de cincuenta
sombras de Grey,
creo que en este mismo instante está rompiendo las taquillas
"Crepúsculo IV", así que ya estáis perdiendo el culo para ir a verla
porque no quiero que vayáis a
vuestros padres diciendo que habéis leído en el blog del “Tito Agus” que la
creatividad es follar con universitarias Erasmus y meterse filas dobladas por la tocha…
A continuación me gustaría ejemplificar todo esto de lo que os llevo un rato hablando con una historietilla y dejar que vuestras calenturientas mentes hagan el resto. Tratare de ser lo más aburrido posible para que no os entren ganas de tocaros viciosillos. Bueno pues eso ahí les va. Damas. Caballeros. Solo disfruten y dejen sus comenten si es preciso:
A continuación me gustaría ejemplificar todo esto de lo que os llevo un rato hablando con una historietilla y dejar que vuestras calenturientas mentes hagan el resto. Tratare de ser lo más aburrido posible para que no os entren ganas de tocaros viciosillos. Bueno pues eso ahí les va. Damas. Caballeros. Solo disfruten y dejen sus comenten si es preciso:
¿REALIDAD o FICCIÓN?
Ahora soy un espíritu bohemio
en la ciudad de Zaragoza.
La ciudad de los cuatro vientos en diciembre con un frío de cojones que te hace sentir la escarchilla en los huevos. Para ser más
concretos me encuentro en la calle Tomás Bretón, buscando el portal de una amiga entre tiriteos, y bocinazos propios de atascos en la urbe. Acaban de quedar unos
compañeros en el piso de Laura pero no logro encontrarlo. Laura me grita desde el balcón. Subo. Apenas entro por la
puerta y me
saluda un compañero Erasmus suyo, Xavier Tournar (creo recordar). No he
terminado de dar mis primeros pasos dentro de la casa cuando logro una
panorámica suficientemente objetiva de lo que se avecina. Es entrar al
comedor y observo una distribución de sillones en forma de “U” sobre los
que descansan los perezosos culos de una panda de entrañables gañanes,
supuestamente estudiantes todos ellos, dispuestos a quemar la ciudad.
Laura, como os decía, mi único contacto conocido con ese antro de perversión. Xavier, el gabacho que he conocido en la puerta. Javi y Alex, hermano mayor de Laura, recién llegado para salir de fiesta por la capi con su sister. Sinceramente, no sé muy bien como describir una noche así. Solo sé que al entrar estaba algo confuso y tenía la creencia de poder sacar una experiencia memorable de semejante situación. Risas. Muchas risas. Filas de cocaína sobre la mesilla de cristal. Conversaciones kafkianas que poco distan de especular acerca del sexo de los ángeles. Cine. Filosofía. Juegos de beber para adolescentes llevados al extremo. Hasta un pique de break dance en el patio interior con el franchute que apenas se tenía en pie. Los restos del diablo blanco en un billete de 20€ enrollado sobre sí. Laura, la niña de mis ojos -supuestamente la razón por la que estoy yo aquí esta noche- anda ya inmersa en un viaje astral pilotado por mareas de Vodka y humo de hachis. Xavier saca de una mochila beige desgastada lo que sospecho que es una bolsa con lo que estimo que no serán menos de quince gramos de yerba. Me enciendo uno por cortesía del gabacho y pillo una birra bien fresca del congelador. La panorámica como comentaba segundos antes es demoledora. Yerba, cocaína, cervezas, hachís… Jóvenes universitarios creyendo comprender la mecánica de la vida desafiando sus límites.
Borracho
como una puta cuba que queréis que os diga. Al cabo de un rato entre
mareos y nauseas me veo como ajeno de aquella situación. Como si pudiera
sobreponerme a las barreras físicas de mi cuerpo y ver desde arriba
todo aquello en tercera persona. Después de varios litros y algún
cigarro
trucado que otro noto como algo dentro de mí. Como si el dedo gordo de
un enano
cabrón que viviese en mi interior estuviera golpeando mi vejiga
dispuesto a hacerla
explotar. Salgo corriendo hacia el baño como si un bujarrilla depravado
corriese tras de mi con la sincera y poco honrosa intención de taparme
el culo con una porra del veinte... Abro la puta puerta de un portazo y
sin avisar (por eso de estar meándome como un vil cabrón, acordaos).
Pues eso, abro la puta puerta y un puto primer plano del gabacho con los
pantalones bajados vomitando sobre el lavabo. Se ve que el campeón
intentaba un doblete. Puto asco macho. Pero esta
noche soy un rock’n’rolla y nada ni nadie va a estropeármela. Bien es
cierto que no tiene muchas pintas de acabar poniendo a Laura a veinte
uñas pero coño, una fiesta así tampoco se ve a diario... Por donde iba, que desvarío y no hay dios que me encarrile...¡Ah, si coño! Me estoy meando como un hijo puta en esto que salgo del piso echando ostias a la calle en busca de un rincón en el que poder hacerlo. Con
la venilla del ojo a punto de reventar y dudando de mi fuerza de voluntad para
aguantar sin mearme en los putos pantalones. Al fin lo encuentro. Como decía Charlie Sheen en “Dos hombres y medio”: "Dios existe y me quiere que te cagas”. Al fin logro encontrar un
container verde en un callejón en el que poder desahogar mis penas en forma de
zumo aguado de cebada.
De
vuelta al piso me encuentro en el portal al tal Xavier revolucionado
perdido diciendo que marcha al casco. Resulta que Laura debía tener más
de un admirador y al parecer los gabachos también son capaces de sufrir
el despecho. Al parecer el jambo se había chinado viéndola
tontear con el amigo de su hermano y se quería pirar al casco. Imagino
que esa sería la causa que lo llevó a vomitarse encima minutos antes en
el baño... Bueno. Total que en un arrebato de sinceridad etílica me da
por abrir con él mi pobre corazón también marcado por el despecho pero
anestesiado por el alcohol. El pavo me insiste en que nos vayamos mano a
mano los dos al casco y, ¿Qué iba a hacer yo? Ya sabéis como soy. En un
ataque de
altruismo decidí irme con él. Nada tuvo que ver que me invitase a unos
chupitos de jagger y a algún copazo de "Jack" en el bar de la esquina,
justo debajo del piso. Al parecer hay "precios erasmus" bastante
económicos contra los que no podía competir mi cartera. Como os digo fue
un gesto de
altruismo incondicional, no de interés. A continuación una nebulosa
de ideas confusas, chupitos y canutos, franceses con el corazón roto, y
alemanas
cachondas; de guiris borrachos descubriendo la magia de vivir en España y
de también guiris , no tan eufóricos pero igual de borrachos vomitando
por las esquinas, descubriendo que esto de beber no es no es un anuncio
de Martini. La práctica hace al maestro chavales. Recuerdo entrar en un
bar de maduritas y subirnos los dos a cantar a un karaoke camino del
casco. Recuerdo esos ojos lascivos fantaseando por dos yogurines. Podría
haber sido una bonita forma de morir. Morir en esa espiral
autodestructiva y "rock"ambolesca. Hasta el culo de tequila y cantando Pacto entre caballeros de Sabina. Después de aquello, LA NADA. Y si
hubiera acabado mi cadáver sobre la orilla del Ebro, francamente, no sé cómo
podría habérselo explicado a San Pedro a las puertas del cielo, básicamente por eso del desconocimiento de causa.
Pero
no fue así. Cambiamos los
dramas funestos por amaneceres nefastos. El estado casi comatoso en el
que me hallaba, por rayos de luz que te noquean a la primera de cambio.
Despierto en un salón que más que un salón parece un harén. Ya sabéis,
por eso de los cojines tiraos por el suelo y toda la peña tirada por
ahí. Envuelto en un saco de dormir. En gallumbos. En un sillón medio
desnucado junto al gabacho. Una
de esas historias que no sabrías como explicar a tu psicólogo. Gafas de
sol
negras sobre mis ojos. Un delicioso canuto de lo que parece saber a
yerba reposa en mis labios. Una legión de botellas parece obsesionada
con invadir la mesilla de cristal. Una cachimba fabricada con las sobras
del Jack y una sandía. Esto es lo que me rodea al despertar. Welcome to
the jungle hermano. Se respira en el ambiente la depravación y la
desmesura. La amnesia cosecha propia.
Me despejo y veo al mariconcete ese afrancesado a mi lado también en calzones (me sirvió de consuelo saber al menos que no estaba también metido en mi saco). En esto que le pregunto malhumorado – Tío, ¿Qué coño es esto?¿Dónde estamos? – A lo que el pavo me responde en un español chapurreao - ¡Amigooooooo! ¿Qué tal? Estee mi pisoo, ¿no acordar? – Y yo… - ¡Ni amigo ni hostias!, ¿que coño ha pasado aquí? – El pavo me mira envuelto en el saco y siente alivio, a lo que dice - ¡Ah, jaja! ¡Traanquilo amicooo! Ayé muchaa fietaaa eee! Tu ayer quedarte dormido y yo traerte saco.- No recuerdo mucho de la noche y de ese piso. Resulta que debimos llegar con la cruda etílica a su piso y debimos seguir la farra allí. Sí que es cierto que recuerdo jaleo. Eso parecía una convención internacional con las mentes más prometedoras del mañana. Una alemana cachonda, una italiana cachonda, lo cierto es que a esas horas todas son vistas con buenos ojos... el gabachín, otro italiano y yo, fiel representante fortuito de la marca ibérica. Como os decía antes, no me terminaban de convencer demasiado los argumentos respecto a mis circunstancias de un franchute que despierta a mi lado en calzones, llamadme escéptico. Quizás no se explicase demasiado bien o quizás yo andaba algo adormilado como para entenderle. No lo sé. Si es cierto que dijo algo de que estuve con la alemana y de que esta se fue. Que cuando ésta se fue debí quedarme dormido tratando de seguir la fiesta y me echó el saco por encima. Repito. No lo sé. Si sé que la teutona fue menos sutil tratando de explicar el por qué de mi semi-desnudez. Y no tuvo que mediar muchas palabras para hacermelo entender, eso también os lo aseguro. Imagínate amanecer en gallumbos con el legañón aún en el ojo y con un resacón del quince. Imagínate en esa situación pasearte zombie por el pasillo en busca de la cocina, de algo con lo que llenar el buche y que salga de dios sabe donde una mano que te agarra por detrás del cuello de la camiseta arrastrándote a su alcoba.
Me despejo y veo al mariconcete ese afrancesado a mi lado también en calzones (me sirvió de consuelo saber al menos que no estaba también metido en mi saco). En esto que le pregunto malhumorado – Tío, ¿Qué coño es esto?¿Dónde estamos? – A lo que el pavo me responde en un español chapurreao - ¡Amigooooooo! ¿Qué tal? Estee mi pisoo, ¿no acordar? – Y yo… - ¡Ni amigo ni hostias!, ¿que coño ha pasado aquí? – El pavo me mira envuelto en el saco y siente alivio, a lo que dice - ¡Ah, jaja! ¡Traanquilo amicooo! Ayé muchaa fietaaa eee! Tu ayer quedarte dormido y yo traerte saco.- No recuerdo mucho de la noche y de ese piso. Resulta que debimos llegar con la cruda etílica a su piso y debimos seguir la farra allí. Sí que es cierto que recuerdo jaleo. Eso parecía una convención internacional con las mentes más prometedoras del mañana. Una alemana cachonda, una italiana cachonda, lo cierto es que a esas horas todas son vistas con buenos ojos... el gabachín, otro italiano y yo, fiel representante fortuito de la marca ibérica. Como os decía antes, no me terminaban de convencer demasiado los argumentos respecto a mis circunstancias de un franchute que despierta a mi lado en calzones, llamadme escéptico. Quizás no se explicase demasiado bien o quizás yo andaba algo adormilado como para entenderle. No lo sé. Si es cierto que dijo algo de que estuve con la alemana y de que esta se fue. Que cuando ésta se fue debí quedarme dormido tratando de seguir la fiesta y me echó el saco por encima. Repito. No lo sé. Si sé que la teutona fue menos sutil tratando de explicar el por qué de mi semi-desnudez. Y no tuvo que mediar muchas palabras para hacermelo entender, eso también os lo aseguro. Imagínate amanecer en gallumbos con el legañón aún en el ojo y con un resacón del quince. Imagínate en esa situación pasearte zombie por el pasillo en busca de la cocina, de algo con lo que llenar el buche y que salga de dios sabe donde una mano que te agarra por detrás del cuello de la camiseta arrastrándote a su alcoba.
Más
de una vez he hecho alusión
a mi carácter incondicional de caballero al servicio de damiselas en
apuros. Esa mañana no fui un caballero. Ella tampoco una damisela. Esa
será mi escusa de momento. Pero aclaró el misterio de mis pantalones
perdidos al despertar...
…y ahora, querido lector, ¿PODRÍA DECIRME CUÁNTO DE LO AQUÍ NARRADO ES REALIDAD Y CUANTO FANTASÍA? UN CORDIAL SALUDO.
(Pd. La frase no recuerdo con exactitud del como aparece
en la película, pero
es de “Descubriendo a Forrester”.)
Agustín Fernández Resa
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